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Mapa de Peligros Alimentarios

Virus de la hepatitis E (VHE)

El virus de la hepatitis E (VHE) es un virus RNA sin envoltura con una cápsida icosaédrica de 27 a 34 nm de diámetro, que representa el prototipo del género Hepevirus dentro de la familia Hepeviridae.

El VHE tiene una diversidad genética considerable. Se han identificado siete genotipos en total. Los genotipos 1 y 2 solo están presentes en humanos, mientras que los genotipos 3 y 4 están presentes tanto en humanos como en cerdos domésticos, jabalíes, ciervos y conejos. El genotipo 7, el más raro, infecta a los camellos, y también se ha asociado a un caso humano.

La secuenciación del genoma y los aminoácidos permite distinguir a tres grupos de VHE en mamíferos. El primer grupo corresponde a virus que infectan a humanos, cerdos, jabalíes, ciervos y conejos. En este grupo, se incluyen los genotipos 1 a 4, así como nuevos genotipos de jabalíes y conejos. El segundo grupo corresponde a los virus que infectan a ratas y hurones, y el tercero, a los virus que infectan a murciélagos.

La dosis infectiva en seres humanos se desconoce. Los datos experimentales en animales permiten estimar una dosis de 105,5 copias del genoma por vía oral.

El VHE es el agente causante de la hepatitis E. Por lo general, se trata de una enfermedad que remite espontáneamente y que normalmente dura unas pocas semanas. La mayoría de los casos no desarrollan ningún síntoma, pero las personas tienen seroconversión.

Después de un periodo de incubación entre dos y seis semanas, pueden aparecer los síntomas de una hepatitis aguda con fiebre, náuseas y malestar generalizado, seguido de vómitos, dolor abdominal, anorexia y hepatomegalia. El 40 % de los pacientes presentan ictericia.

Aparte de los síntomas hepáticos clásicos, el VHE también provoca trastornos extrahepáticos como síndromes neurológicos, daños renales, pancreatitis y problemas hemáticos.

La hepatitis E puede volverse crónica en pacientes inmunocomprometidos con riesgo de desarrollar cirrosis hepática grave. Se han descrito casos de cronicidad asociados al genotipo 3, pero no a otros genotipos.

Las mujeres embarazadas con hepatitis E presentan mayor riesgo de desarrollar insuficiencia hepática aguda, con mortalidad de hasta un 20-25 % en el tercer trimestre. Las personas que padecen una hepatopatía previa también tienen mayor riesgo de padecer una hepatitis fulminante.

Los veterinarios, granjeros y trabajadores de mataderos y carnicerías tienen un grado de exposición al VHE más elevado en comparación con personas sanas que no trabajan con animales. Esto se ha comprobado serológicamente.

Los reservorios principales del VHE son el cerdo y el jabalí. La hepatitis E es una zoonosis de transmisión alimentaria por consumo de productos derivados del cerdo o jabalí crudos o poco cocinados. Su epidemiología es compleja puesto que se considera una zoonosis emergente en Europa de gran impacto para la salud pública.

La hepatitis E también puede transmitirse por consumo de agua contaminada.

Según un informe del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades de 2017, el número de casos confirmados de hepatitis E aumentó progresivamente desde 2005 (514 casos diagnosticados) hasta 2015 (5.617 casos). De hecho, los casos entre 2011 y 2015 se multiplicaron por tres.

Según un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria de 2017, durante los últimos diez años se han notificado más de 21.000 casos clínicos agudos, con 28 víctimas mortales, y se ha observado un aumento global de diez veces en los casos de VHE notificados. La mayoría (80 %) de los casos se notificaron en Francia, Alemania y el Reino Unido. Sin embargo, dado que la infección en humanos no se notifica a todos los estados miembros y la vigilancia difiere entre los países, el número de casos notificados no es comparable y el número real de casos probablemente sería mayor. La transmisión del VHE por vía alimentaria parece ser una vía importante en Europa, con los cerdos y los jabalíes como principal fuente del VHE.

En marzo de 2024, se notificó un brote con 81 casos de hepatitis E en varias partes de Finlandia, la mitad de los cuales requirieron tratamiento hospitalario. Las autoridades sanitarias identificaron un producto cárnico contaminado como fuente probable de la infección.

En abril de 2024, se notificó un brote de hepatitis E en la provincia de Ouaddaï, Chad, con 2.092 casos sospechosos y siete muertes (tasa de mortalidad del 0,3 %). La mayoría de los casos se registraron en campos de refugiados y zonas de tráfico, donde el acceso a agua potable segura y en condiciones sanitarias adecuadas es limitado.

En España, investigadores de Córdoba han identificado a decenas de pacientes con el virus de la hepatitis E de las ratas (RHEV), lo que constituye la mayor serie de casos descrita en el mundo de esta enfermedad, que se descubrió inicialmente en Hong Kong en 2018. Además, se ha detectado una similitud molecular significativa entre las cepas del virus en jabalíes y ciudadanos de Barcelona, lo que sugiere que estos animales podrían ser una fuente de infecciones humanas por hepatitis E en la región metropolitana.

Según el Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF), durante el 2024, no se ha notificado ninguna alerta por hepatitis E.

La carne de cerdo y jabalí son las carnes más implicadas en la transmisión del virus de la hepatitis E. El virus puede estar presente en la carne cruda o cuando no se cocina adecuadamente.

El genoma del VHE se ha detectado en bayas, fresas, ensaladas, algas y especias, lo que sugiere que podrían ser fuentes de exposición. El consumo de marisco se ha identificado como un factor de riesgo, con RNA del VHE detectado en mejillones y ostras. En condiciones experimentales, la bioacumulación del VHE se ha demostrado en ostras.

Varios estudios indican que el VHE con capacidad infectiva se detecta en los hígados de cerdo que se comercializan en una proporción elevada, donde se detecta entre el 1 y el 11 % de las muestras. El consumo de hígado crudo o poco cocinado sería la principal vía de contagio. En Francia, se ha asociado el consumo de figatelli (salchicha cruda y seca de cerdo a base de hígado) con varios casos clínicos. No se han descrito casos clínicos a partir de otros productos de carne cruda de cerdo, como jamón, salami, salchichón, sobrasada o chorizo.

  • Se han llevado a cabo varios estudios sobre la estabilidad térmica que indican que son necesarias temperaturas de cocción de 71 °C aplicadas durante veinte minutos para inactivar el VHE. Desde un punto de vista práctico, se sabe que la carne cocinada a 191 °C o hervida durante cinco minutos (asegurando una temperatura interna de 71 °C) inactiva el virus; por este motivo, se recomienda comer siempre carne bien cocinada, especialmente el hígado y otras vísceras.
  • El VHE no dispone de envoltura lipídica y, por tanto, soporta mejor los alcoholes y detergentes. Sin embargo, es sensible a las altas concentraciones de desinfectantes, como el cloro y otros agentes antimicrobianos.
  • No existe una vacuna contra la hepatitis E. La prevención se basa en la aplicación de las normas de higiene generales: lavarse bien las manos antes de las comidas y después de ir al inodoro, limpiar bien la fruta y las verduras con agua potable cuando se cocina, no utilizar las mismas superficies y utensilios de corte para los alimentos crudos y los cocinados, y cocinar bien la carne, sea de cerdo, jabalí, ciervo o conejo.
  • Los operadores de empresas alimentarias deben tener en cuenta el VHE durante el análisis de peligros y puntos de control críticos (APPCC). De acuerdo con las fuentes, las vías de transmisión y los tipos de alimentos afectados, deben tomarse las medidas necesarias.
  • – En la producción primaria, es importante controlar la calidad de las aguas de riego y del agua de lavado que se utiliza para la desinfección de frutas y hortalizas, que debe cumplir con la normativa de calidad de aguas de uso alimentario, así como controlar el origen y la calidad de abonos y fertilizantes naturales y la higiene de las instalaciones.
  • – En cuanto a la cría de moluscos, se debe velar por la calidad de las aguas de las zonas de cultivo.
  • – En el caso del VHE, es necesario poner en marcha estrategias encaminadas a disminuir la prevalencia en cerdos para reducir el riesgo de transmisión en personas.
  • – La higiene correcta y rigurosa por parte del personal de la cadena alimentaria es crucial para impedir la transmisión de cualquier virus a los alimentos o su propagación en las instalaciones y superficies. En el caso de personas manipuladoras de alimentos con gastroenteritis, se recomienda reincorporarse al trabajo solo después de haber transcurrido un periodo sin síntomas de diarrea y vómitos (por ejemplo, 48 horas), y para el caso de hepatitis, solo una vez los síntomas de ictericia hayan desaparecido y se haya hecho un examen médico.
  • – Los planes de limpieza y desinfección son muy relevantes, puesto que el número de infecciones asintomáticas es considerable.

El Comité de Expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) de Evaluación de Riesgos Microbiológicos (JEMRA) publicó en 2024 un documento con medidas de control y prevención para proteger la cadena alimentaria de la contaminación con virus transmitidos por los alimentos.

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