Mapa Perills

Mapa de Peligros Alimentarios

El clorato y el perclorato son aniones de sales de cloro derivados, respectivamente, del ácido clórico y del ácido perclórico, que pueden estar presentes en los alimentos como contaminantes. A pesar del parentesco químico que tienen, la problemática que comporta la presencia en los alimentos no es idéntica.

Por una parte, el perclorato (ClO4) es considerado como un contaminante que puede ser tanto de origen natural ─por la presencia en algunos suelos y aguas─ como antropogénico. Las fuentes antropogénicas incluyen el uso de fertilizantes y la contaminación ambiental derivada de los diferentes usos industriales. De la otra, el clorato (ClO3) se asocia siempre a las actividades del ser humano. Se ha utilizado como plaguicida y se forma como subproducto residual en la potabilización del agua y la desinfección de alimentos de origen vegetal. Este último aspecto es compartido con el perclorato y se estima que actualmente es una de las causas de la presencia de ambos derivados clorados en los alimentos.

El año 2015 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) evaluó el riesgo de la ingesta de cloratos y percloratos. Para los cloratos se estableció una dosis aguda de referencia (DAR) de 36 µg/kg peso corporal y una ingesta diaria tolerable (IDT) de 0,3 µg/kg peso corporal/día. En el caso de los percloratos, la IDT establecida fue de 0,3 µg/kg peso corporal /día. El año 2025, la EFSA ha actualizado la evaluación de riesgo del perclorato utilizando 40.356 resultados analíticos entre los años 2016 y 2022, y ha establecido una nueva IDT de 1,4 μg/kg peso corporal/día.

Los efectos agudos de estos contaminantes sobre la salud están relacionados, principalmente, con los cloratos, que inducen la formación de metahemoglobina, dificultando la capacidad de transportar oxígeno en sangre.

La exposición crónica a estos contaminantes afecta, principalmente la glándula tiroides, ya que el perclorato ─y el clorato en menor medida─ actúan como inhibidores competitivos para la absorción de yodo. Las hormonas tiroideas regulan ciertas funciones del cuerpo después de ser liberadas al corriente sanguíneo. Aunque no se ha demostrado en seres humanos, se presume de que personas expuestas prolongadamente a cantidades excesivas de perclorato pueden desarrollar una glándula tiroides que produce una cantidad reducida de hormonas tiroideas. Esta condición se conoce con el nombre de «hipotiroidismo”. Los fetos, los recién nacidos y las personas con poca ingesta de yodo o con predisposición genética a sufrir hipotiroidismo son más susceptibles a estos efectos.

El uso de productos clorados para la desinfección de aguas y alimentos como el hipoclorito de sodio y el hipoclorito de calcio es la principal causa de la presencia de cloratos y percloratos en los alimentos. Estos se degradan formando cloratos y percloratos como subproducto. El uso de fertilizantes agrícolas que contienen cloratos y percloratos también contamina los alimentos, concretamente los vegetales de hoja verde y de otras especies> cultivadas en invernadero.

Los vegetales, la leche, la fruta y los productos derivados fueron los grupos de alimentos que más contribuían a la exposición dietética al perclorato en todos los grupos de población, como también lo fueron los alimentos infantiles para los grupos de edad de 0 a 3 años, los zumos de fruta, y vegetales en los grupos de 1 a 9 años y adolescentes, y las infusiones de té y plantas aromáticas en los adultos.

Según los datos del Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF), entre el año 2020 y el 2024 en Europa se han producido 12 alertas por presencia de clorato y 3 por presencia de perclorato en alimentos. Los principales alimentos implicados han sido frutas y verduras, seguidas de productos de la pesca.

Los principales alimentos asociados a la presencia de cloratos y percloratos son las frutas y los vegetales, especialmente los de hoja verde o cultivados en invernadero, aunque los podemos encontrar en cualquier tipo de alimento.

Su presencia en los alimentos no es atribuible a un uso fraudulento, sino al hecho de que son subproductos residuales de los principios activos de ciertos productos clorados usados para la potabilización del agua y la desinfección de los alimentos, especialmente de origen vegetal.

El año 2017 la Comisión Europea adoptó un plan de acción para reducir la exposición dietética al clorato que consiste en:

– Establecer un nivel máximo de clorato en agua potable.

– Recomendar buenas prácticas de higiene alimentaria con el fin de reducir el clorato procedente de desinfectantes clorados.

– Definir un límite máximo de residuos (LMR) para cloratos en alimentos a niveles basados en datos de presencia.

– Mantener el límite máximo de residuos (LMR) de los alimentos destinados a lactantes y niños a 0,01 mg/kg.

Además, desde el año 2015 la Unión Europea insta a los operadores alimentarios a controlar la presencia de perclorato en los alimentos (Recomendación (UE) 2015/682).

Tipos de alimentos