Toxoplasma gondii pertenece a la familia Sarcocystidae y es un protozoo parásito, intracelular obligado, agente causante de la toxoplasmosis.
Los huéspedes definitivos de T. gondii son los felinos, y en sus intestinos habitan las fases adultas del parásito que producen los oocistos. Estos se liberan a través de los excrementos y pueden permanecer viables en el suelo durante un año o más. Los oocistos son altamente resistentes y pueden ser transportados por vectores como insectos y gusanos. El ciclo del parásito implica la multiplicación asexual en mamíferos homeotermos y aves (huéspedes intermediarios) y la multiplicación sexual en gatos y otros félidos (huéspedes definitivos).
Prácticamente todos los animales de sangre caliente pueden actuar como huéspedes intermediarios de T. gondii. Estos animales se infectan principalmente por vía alimentaria. Una vez en el huésped intermediario, los oocistos evolucionan a taquizoítos, una forma móvil que se disemina rápidamente a través de la sangre o la linfa, colonizando varios tejidos. Con el tiempo, los taquizoítos se transforman en bradizoítos, una forma latente que se encapsula en quistes en el interior de los tejidos musculares y cerebrales, donde pueden permanecer viables durante años.
Toxoplasma gondii es un parásito que crece en un rango de pH óptimo entre 6,0 y 7,2, y su viabilidad se ve inhibida a pH inferiores a 4,0 o superiores a 9,0. La temperatura tiene un papel determinante en su supervivencia, ya que se mantiene viable entre 20 ºC y 37 ºC, pero es destruido a partir de 65 ºC, y la congelación a -12 ºC o inferior durante al menos 24 horas también elimina los oocistos. El parásito necesita un nivel de actividad de agua (aw) mínimo de 0,92 para mantenerse viable.
En humanos, la dosis infectiva no es conocida, pero dosis muy bajas de oocistos, quistes y taquizoítos pueden ser suficientes para causar infección.