La acrilamida es una sustancia química que se forma de manera natural en los alimentos como resultado de procesos de elaboración a alta temperatura, como freír, tostar y hornear, a partir de aminoácidos (principalmente la asparagina) y de azúcares reductores como la glucosa y la fructosa; un proceso químico que se conoce como reacción de Maillard, la misma reacción que «dora» los alimentos y afecta a su sabor.
La acrilamida se produce principalmente a temperaturas elevadas (generalmente, superiores a 120 °C) y baja humedad. Sin embargo, también existen varios alimentos en los que la acrilamida parece formarse en condiciones de alta humedad a temperaturas más bajas, tales como el zumo de ciruela y las aceitunas negras curadas en conserva.
La acrilamida también se utiliza para varias aplicaciones industriales, entre otras, la elaboración de materiales plásticos en contacto con los alimentos.
El Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) revisó en el año 2005 la información científica disponible y estableció concentraciones de acrilamida sin efecto adverso observable (NOAEL) para los efectos neurológicos (0,2 mg/kg peso corporal(pc)/día) y para otros efectos no neoplásicos (2 mg/kg pc/día). Para evaluar su genotoxicidad y carcinogenicidad, el Comité de Expertos utilizó el enfoque del margen de exposición (MoE) con respecto al límite bajo de la dosis de referencia (BMDL=0,3mg/kg·día), sobre cuya base llegó a la conclusión de que son necesarios más esfuerzos para reducir la concentración de acrilamida en los alimentos.
En 2015, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó la primera evaluación completa de los riesgos de la acrilamida en los alimentos. La EFSA concluyó que el MoE de la acrilamida por la ingesta de alimentos era suficiente para asegurar que no había riesgo de sufrir efectos neurológicos (BMDL10 = 430 μg/kg pc/día) pero no para descartar el posible riesgo de cáncer para los consumidores de todas las edades (BMDL10 = 170 μg/kg pc/día).
En 1994, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) clasificó la acrilamida en el grupo 2A como probable carcinógeno para los humanos.