Mapa Perills

Mapa de Peligros Alimentarios

El plomo es un metal ubiquitario, presente de forma natural en la corteza terrestre y como resultado de actividades antropogénicas como la minería y la fundición, la soldadura, la fabricación de baterías y el uso de municiones de plomo para la caza, pero particularmente el uso, en el pasado, del plomo en pintura y gasolina como antidetonante, y para soldar o realizar tuberías de agua.

El plomo se presenta principalmente de forma inorgánica en el medio ambiente. La exposición humana es principalmente por vía alimentaria y a través del agua, pero también por vía respiratoria y a través del polvo. En el medio ambiente, el plomo inorgánico predomina sobre el plomo orgánico y es también el único tipo que se encuentra en los alimentos.

El riesgo para la salud  de la exposición al plomo a través de la dieta ha sido evaluado en varias ocasiones. El Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) estableció en 1972 una ingesta semanal tolerable provisional (ISTP) de 50 μg/kg de peso corporal para adultos para todas las fuentes de plomo. En 1986 este mismo organismo estableció una ISTP de 25 µg/kg de peso corporal para niños. En 1996 el JECFA reevaluó el riesgo del plomo para la salud y confirmó la ISTP de 25 µg/kg de peso corporal para niños, extendiéndola también a toda la población, independientemente de su edad.

En 2010 el JECFA, junto con la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), concluyó que la ISTP de 25 µg/kg de peso corporal ya no era apropiada para asegurar la protección de la salud, dado que causaba una disminución de 3 puntos en el cociente intelectual en niños e incrementaba significativamente la presión sanguínea en adultos. El JECFA y la EFSA indicaron que los datos no permitían identificar una concentración por debajo de la cual no se produjera ningún efecto adverso. Por tanto, no es posible establecer una ingesta tolerable recomendada de plomo, por lo que determinaron diversas dosis de referencia (BMDL) en adultos y niños:

  • Neurotoxicidad en niños (BMDL): 0,5 µg/kg de peso corporal/día (EFSA); 0,3 µg/kg de peso corporal/día (JECFA).
  • Nefrotoxicidad en adultos (BMDL): 0,63 µg/kg de peso corporal/día (EFSA).
  • Efectos cardiovasculares en adultos (BMDL): 1,5 µg/kg de peso corporal/día (EFSA); 0,3 µg/kg de peso corporal/día (JECFA).

La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) clasificó en 2004 el plomo inorgánico como probablemente cancerígeno para los humanos (grupo 2A), mientras que determinó que el plomo orgánico no era clasificable en cuanto a su carcinogenicidad (grupo 3).

    El plomo es un tóxico multisistémico, que actúa básicamente inhibiendo los sistemas enzimáticos celulares y provocando efectos de diversa magnitud sobre distintos tejidos y órganos.

    El plomo puede acumularse en los huesos, los dientes y varios órganos. Puede provocar trastornos digestivos, renales, endocrinos, hematológicos, del sistema nervioso central como cefalea, insomnio, trastornos del carácter y convulsiones o trastornos del sistema nervioso periférico. El órgano diana es el sistema nervioso central, en particular el cerebro en desarrollo, dado que tiene impacto en el desarrollo mental e intelectual de los niños, incluso a niveles bajos de exposición. Está clasificado como carcinógeno de clase 2A.

    La tasa de absorción digestiva en niños es cinco veces superior a la de los adultos, que sumada a la permeabilidad de la barrera hematoencefálica hace que los niños sean un grupo especialmente vulnerable a la toxicidad del plomo.

    El plomo se deposita en el suelo y agua, y se puede acumular en los cultivos y organismos terrestres y acuáticos. La vía de exposición principal en las personas es mediante el consumo de alimentos de origen animal y vegetal.

    El uso todavía permitido de proyectiles de plomo para la caza silvestre puede ser una fuente de plomo para los consumidores de este tipo de alimentos. Concretamente, la fragmentación de estos proyectiles provoca la presencia de concentraciones elevadas de plomo tanto en el lugar de impacto como en zonas cercanas.

    Según los datos del Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF), entre 2020 y 2024 se comunicaron 83 alertas por la presencia de plomo en alimentos.

    Los productos implicados son muy variados, entre los que se pueden encontrar frutas, vegetales, especias, carne, suplementos alimenticios y piensos. También ha habido un considerable número de alertas relacionadas con los materiales en contacto con los alimentos (MECA).

    El plomo presenta una distribución bastante homogénea en todos los grupos de alimentos, pero las concentraciones más elevadas se encuentran en el pescado y marisco.

    Los alimentos que presentan mayores concentraciones de plomo son la carne, el marisco, la leche y las verduras. Los cereales y sus derivados representan el grupo de mayor exposición al plomo de la población a causa del consumo elevado, más que por la concentración de plomo que contienen.

    La EFSA, en la evaluación de la exposición de plomo de la población europea publicada en 2012, teniendo en cuenta la contaminación y los consumos de los diferentes grupos de alimentos, identificó como contribuyentes principales a la exposición de plomo los siguientes: cereales de grano y derivados (16,1 %), leche y derivados (10,4 %), bebidas no alcohólicas (10,2 %), hortalizas y derivados (8,4 %), pan y bollería (8,5 %), te (6,2 %), agua del grifo (6,1 %), patatas y productos derivados de la patata (4,9 %).

    Según el Estudio de dieta total en Cataluña de 2012, los grupos de alimentos con una contribución más elevada a la ingesta de plomo son el pan y los cereales (25,80 %), seguidos de la carne y derivados (15,41 %), los tubérculos (11,72 %) y, posteriormente, las verduras y hortalizas (10,80 %). El pescado, que representa un 9,24 % de la contribución, también es relevante. De hecho, en estudios previos se indicó que, por tipos de pescado, el pescado blanco contribuye en un 53 % a la ingesta y el pescado azul y el marisco aportan el 26 % y el 21 %, respectivamente.

    En el estudio de dieta total realizado en 2017, se observaron ligeras disminuciones en las concentraciones de plomo en todos los grupos de alimentos, menos en el grupo de pan, cereales y en el grupo de legumbres, que tienen valores similares a los de 2012.

    La FAO y la OMS elaboraron en 2004 un documento para la prevención y la reducción de plomo en alimentos (CXC 56-2004), que se revisó y actualizó en 2021.

    Esta publicación, en el marco del Codex Alimentarius, trata todas las etapas de la cadena alimentaria, desde la producción primaria hasta la preparación de alimentos, pasando por el procesamiento y su distribución.

    La prevención de la contaminación de los alimentos se centra en monitorizar el plomo en el suelo y agua utilizada durante el cultivo y el procesado. Asimismo, se recomienda elegir correctamente las superficies de contacto, tanto de procesado como de envasado, para evitar su transferencia.

    La implementación de sistemas de análisis fiables para la detección de plomo en alimentos, junto con programas adecuados y sólidos de vigilancia y control, debe permitir cumplir con los límites normativos y la protección de los consumidores.